viernes, 19 de diciembre de 2014

Cara para nanas



Ella tiene esa su
carita como de actriz
francesa de los años sesenta lleva
camisetas de esas
suyas como de gatitos tuertos
tan tan todo tan naíf
junto con alguna oscura americana
cuando yo nací ella tenía ya la
edad suficiente como para
haber sido algún día inclinada hacia mi
cuna haber pensado mira qué bebé
más feo hacer ya
sonrojar al personal de aquella sala de
augurios sobre su tránsito futuro por mis
quimeras a las horas del coma
ella tiene toda esa su
carita de actriz antigua
ya un poco arrugadita por el viento
viento de las sierras que resuella entre sus
gafas de mujer bastante culta
hálito para
párpados de páramo siempre
en vilo siempre alerta
como esperando siempre
esperando
a que alguien le pregunte hola qué tal
cómo estás y cómo te ha ido
el día también y me he fijado tiene
una sí es verdad
bandera entre las encías
trapo que surge y ruega por piedad
en mitad de la cruenta contienda y guerra
helada por su labio con el hilo de una voz
la voz suya
la voz suya para las nanas
cuando yo nací ella tenía ya la
edad como para jugar con las cerillas
y los mecheros
y comprobar a qué huele la carne
cuando es quemada
y ahora que hemos crecido y que
somos mucho más pobres y que
ella lee a Virginia Woolf que yo
detesto porque
me sabe a viaje con resaca ahora
me hubiera gustado mucho y digo
tanto
tanto tras haberme mirado con esa su
carita tan como de actriz
francesa de los años sesenta haber
andado por las calles enseñarle alguna de esas
estatuas que me gustan
que dan algo de miedo cerca de las cuales se
sientan los ancianos a ver pasar el
tiempo sin tener mucha conciencia decirle
mira te he comprado un cuaderno
negro de regalo bebe tu cerveza decirle
confiesa que cuando yo nací tú
ya tenías la edad suficiente tú
ya habías empezado a sospechar que
las cosas de los libros son un poco de
mentira por eso todavía a veces pienso
no sin un poco de pena
en la fatiga suya y las blusas de estampados
inefables y que ya me queda
el cuaderno en blanco no entregado por si
quisiese quien sabe algún día otra vez
inclinarse y leer
todo lo que aquello tan recién venido
al tiempo
unos cuatrocientos golpes más allá
ha escrito sobre su
rostro y su vestuario y como que
vine al mundo ya con la tristeza tal vez de
saber que nunca me necesitaría nunca
para ver las estatuas
digo esas junto a las que se
sientan los viejos a esperar a que un día
por la madrugada
llegue al fin la visitante a entregarles el
billete fúnebre quien sabe si no se antojarían
algo más mudos los
ojitos esos sus ojitos en la
noche abúlica color vaquero por la Gran Vía de
Granada pues
cuando yo nací
ella tenía ya la edad y la cara justa sólo para
salir en las películas de
culto y para bailar entre los hombres y las
mujeres de los bares que estuviesen ya
a punto a punto a punto
de echarse en cualquier momento a nacer.

domingo, 27 de julio de 2014

La herida tropical





Yo nací con la enfermedad. Con toda el alma abierta e inclinada hacia huracanes, terremotos, cataclismos, como quien se asoma a una grieta por donde sopla el mal. Sí, no he sido más que un cuerpo de agua arrojado hacia las cosas grandes que arrollan al mundo a puñetazo puro. Sí, un cuerpo de sal, aun así, exento de pecado. Así que ahora tú:

No reces.
No adores.
No te arrodilles.

Me hace mucha más falta que seas tan hábil como para detener mi aliento frenético de viento. Que me pares, que me seques y me soples. Que me frotes fuerte y limpio hasta que fluya de ti -hasta que fluya de mí-, hasta que brote de nuestra tez aquello mismo que mana de las piedras y del barro durante las tormentas de verano.

Cúrame.
Te voy a hacer la lluvia.
Te voy a hacer del olor a tierra mojada que resucita a los perdidos.


viernes, 6 de junio de 2014

Desagradable Japón


Nunca vimos Chungking Express. Nunca fuimos al chino. Nunca pedimos rollitos de primavera. Nunca me comí un corazón y, sin embargo, sé que oiré fluir de ti un arpegio, propio eco del estruendo entre tus venas. Notas graves de un corazón BUM-BUBUM, con legañas, medio dormidas. Que habrá un montón de gente en la habitación pero, aun así, escucharé bajo frecuencia un pulso, palpitante, palpitante como un dedo en la cuerda de un bajo BUM-BUBUM. Me estarás mirando (se te van a caer los ojos), y tus pupilas quedarán flotando en un líquido que manará entre palabras y lenguas cerradas. Arroyo de leche desnatada con la que me has de alimentar y hacer más grande, más grande y más grande en tu fe, hasta que en pocos segundos coja, me levante y me vaya.

Nunca dimos un paseo por el centro. Nunca nos montamos en autobús para sentarnos lado a lado y que nuestras rodillas se frotasen con sigilo en el traqueteo de la máquina, y el asfalto, y las curvas. Voy a ver en esta estancia abarrotada que somos dos muñecos de cera ahogados por la atmósfera de ceniza. Nos masajeará con crueldad en la cara, sólo atravesada por el piiiiiiii de un mosquito, cabrón nadando a braza a través de la tensión sobre la que haría equilibrio cualquier funambulista.
Que se te caen,se te caen, ¡Se te caen!

Veré el rostro caliente, postrado en una silla. Tu cabeza se bamboleará derecha-izquierda, izquierda-derecha, como una bestia rabiosa y encendida. ¿Es eso que acaso vas a dar un bocado a la regla? ¿Vas a aguantar el gemido de la uña, de la tiza? No, tú no vas a quitarte nunca los zapatos. Solo habrá hielos, castañuelas y piedras. ¡Hielos! ¡Hemorragias! ¡Borbotones!

Pegando un portazo. Me salgo. Para cuando pierdas al fin los ojos de leche, ya me habrás olvidado. Seré más abono, aún más, para la hierba donde se tumban y mueren los caballos. Los pestillos. Los jóvenes. Porque nunca comimos palomitas en el cine. Nunca compramos vuelos low cost hacia Japón. Nunca hicimos la ruta del Ulises. Ya no vamos a mirarnos nunca más.

sábado, 10 de mayo de 2014

Animal disecado



Un día cualquiera soñé que te sentaba a mi lado, y tu costado a lunares pegaba al mío y ardía, como las aceras en Agosto.

Yo te diría: "Todos los fuegos de este mundo habitan en mí, cuando me analizan los dos arañazos que te han hecho con los ojos".

Pero me da miedo que ese día se seque tu sangre, y ya no ardas, y ya no vengas, y ya no tengas más remedio que quedar por siempre inerte, pudriendo la piel al sol como en esta tierra los lagartos.

martes, 8 de abril de 2014

Agujero de las multitudes



    Nunca he sentido tanto vacío como la noche en la que amaneció por detrás de los edificios de Gran Vía y yo estaba observando desde el escaparate de un McDonald´s, mientras un amigo parloteaba con un pedante que decía algo de ser cantante en la ópera y una loca del coño hiperactiva me pasaba un cepillo y un recogedor cerca de los pies, entre mareos en el cuero, olfateando la borrachera de tanta gente en coma comiendo hamburguesas de un euro : tanta gente comiendo, bebiendo y meando todo lo consumido para alejarse de personas y problemas que no conozco pero que son una extensión universal de mis propios abismos y oquedades. Y así, sin más ambición que estar lejos de mi manta y mi taza del desayuno, con un agujero enorme por donde silban las miradas tristes de los desconocidos que luego aparecieron en unas fotos, así voy a estar hasta que un día ya no me acuerde de vuestros cumpleaños, y ya tan sólo resuenen en un chispazo, como un olor añejo y trasnochado, cuando aparezca en la televisión el típico reportaje anual rememorando que un día apareció muerto Kurt Cobain, en un invernadero. Supongo que ese hombre tan Chinaski era demasiado sensible para un mundo tan lleno de gilipollas. De gilipollas que van a mear a McDonald´s. 

domingo, 9 de febrero de 2014

Fiesta al vacío



Tú vas

La voz de radio antigua
en un purgatorio clásico,
y yo, como ropa limpia,
colgando,
cuando aún huele a cuarto cerrado.

Ahora,mira:
Tú vas

Con un círculo entre las cejas,
y el ojo más triste
y la nariz más recta.
Con un sol entre los dientes
y el olor a los polvos de talco.

Tan muda.
Tan ciega.

Tú vas

Y no puedes arañar a alguien así
y esperar que no se le nuble la lengua.
Tan sorda.
Tú no puedes mirar a alguien así,
desde un llano,
y esperar que no se le desabrochen

los costados, y se desangre
de vicio y de teatro,
que yo me quede como un muñeco
con el fieltro fuera,
codos y cremallera,
esperando un baño
de huellas e inocencia,
mirándome,
rescatándome

de todas mis ventiscas entre
la sombra de las caídas
por septiembre,
en la frente,
como huellas de dinosaurio.
Secas.

Ahora sí:
Tú vas

Y lo que antes era
un nudo entre las uñas,
es ahora un cristal de nieve
roto por tu mano pequeña,
con el caer tibio
de la tela de tus vestidos,
en un antojo de carne.

Festiva.

Y ahora consumen
(consumen mucho)
estos sueños varios,
consumen y ven colores
y risas gualdas

y todo eso de mis hormonas
y de mis ficciones
y cantándote alguna cosa:
como Lucy in the sky
(with diamonds)



miércoles, 20 de noviembre de 2013

Brillo entre la mierda

    


     Eres un protocolo. Me lo creo. Un protocolo literario, incrustado en el sustrato de un subconsciente colectivo, remoto, de vete tú a saber qué origen. Te vomito en la cara., muerto impuesto, tirano de mierda, creador de bestias. 

       Aplicando pomada nihilista para ser valiente y que no te escueza

      3, 2, 1...

     Antes sólo estaba en el cine, donde se puede capturar el fotograma exacto congelado y polvoriento, alargarlo como a un chicle, hacer eterno algo que al fin y al cabo es efímero y discreto. Y así lo vi...se le añaden unos violines y resulta tan épico que siento el comezón de la vergüenza ajena. Lo bueno es que no nos vemos, que sólo nos deslumbra el brillo entre la mierda, fugaz, el flash de fotografía de fiesta en mitad de un callejón oscuro que huele a orina y donde la gente fuma paquetes de tres con treinta. Un resplandor que dura lo que tarda en introducirse la aguja en las venas, un golpe seco bombo - caja sin eco en el silencio de un local de ensayo, amortiguado y rugoso el crack de los dientes contra una acera, ¡y PAM!, un tacto que se antoja bala y que duele tanto que ya no duele, que ya ni se siente el click click goteo de hemoglobina envenenada. Es la descarga  interna que producen los gusanos que pueden llegar a ser mariposas pero es sólo eso, de verdad,es un segundo.
         Luego está lo de ya no te quiero. Luego está lo de ya no es lo mismo. Luego no me acuerdo ni del traqueteo frenético de la sangre violeta revotando por el alma jubilosa, ni de la mirada inconsciente que desciende en picado y se pierde por las encías. Luego te hago injertos de famosas con los que cubrir este despiste permanente y me salen bordes y revientas. ¿Por qué no te vas antes? ¿Pero qué coño es este patetismo? ¿No ves que yo no me lo creo? ¿No ves que en esta cueva no hay ideas, que sólo hay una lumbre apagada a patadas de barro firme?

Pero...pero que hay entonces de eso...
Pero la luz del rayo suave y agradable en la cavidad oscura de mis corneas envilecidas.
Pero los brazos de goma, nerviosos, que no saben donde ponerse, que se pegan, que se lamen. 
Pero en rubor de  pubertad las caras asustadas bañadas, a pocos centímetros rostros de velcro, 
ensamblados, pegajosos, ardiendo, muy manipulables. 
Qué fue ese bocado en la nuca, el pellizco maternal que nos dirigía como a un títere inerte
pero ondeante al viento. 
Esa bandera silbante fue el amor que pasó y nos sopló en el nervio. Eso.
Lo demás, que no te engañen...Que no te engañen, mi niña, que lo demás son todo vendas.